-Tras 15 años al frente del centro de estética Aloe, en Andorra, se ha mudado a un local más amplio.
-En el anterior me encontraba muy cómoda, la verdad, pero se había quedado pequeño y no estaba situado en un lugar de paso. Además, quería crecer y esta decisión pasaba por instalarme en las calles céntricas de Andorra.
-¿Lo ha notado?
-He ganado clientas de los pueblos de la comarca y he seguido manteniendo las antiguas. Estoy contenta.
-Aunque le tocó la pandemia, estamos en 2019…
-Comenzamos las obras en enero y hubo que paralizarlas, dejé de trabajar y aún así debía seguir pagando los dos alquileres. Todo se ralentizó. Por fortuna, pude abrir en septiembre de 2021 porque la situación económica se estaba volviendo muy complicada… A esto se unía que mi marido, trabajador de Endesa, estaba destinado a Melilla.
-Pero no se rindió.
-Hay que ser fuerte y tirar para adelante. Mi marido resultó un gran apoyo porque este negocio es mi sueño y él me animaba. A mí me está yendo bien. Sin embargo, no veo mucho movimiento en la comarca.
-Sigue realizando depilaciones, manicuras y pedicuras, tratamientos faciales y corporales, presoterapia, masajes, venta de productos… ¿A qué destinó la subvención del programa LEADER?
-La inversión consistió en las instalaciones de pladur, fontanería, electricidad, carpintería y pintura. No hubo gasto adicional en maquinaria puesto que iba a utilizar la misma de la que ya disponía. La subvención fue de gran ayuda.