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Javier Esparcia, Doctor en Sociología y Geografía en la Universidad de Valencia y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Rural, fue el encargado de explicar el programa Leader y su puesta en marcha en España a la delegación argelina que está de visita esta última semana de septiembre para conocer diferentes experiencias en Aragón.

¿Para qué han servido 25 años de desarrollo rural, de grupos Leader?

Las ayudas Leader supusieron una iniciativa interesante, el desarrollo desde abajo; se dio el protagonismo a las zonas rurales empobrecidas tras la crisis de los años 50 y 60 para que decidieran qué hacer, cosas diferentes a las que habían hecho siempre: la agricultura y la ganadería. El Leader es un método de trabajo, un activo del mundo rural. El balance ha sido positivo, si bien hay un aspecto negativo: mucha gente se ha acomodado y se han creado redes clientelares. En todo caso, no hemos sabido resolver, ni desde la Comisión Europea ni desde la escala nacional ni local, la simplificación del programa. Es un objetivo que siempre está presente. Los Grupos de Acción Local eran, en principio, dinamizadores del territorio y hoy son simples gestores de papeles.

Desde su visión global del Leader a nivel nacional, ¿en qué punto se encuentra Aragón?

Desconozco el detalle, pero Aragón me da siempre buenas sensaciones. Desde el Gobierno regional se ha creído en el Leader como instrumento para el desarrollo económico y social de los territorios de Aragón. Además, muchos Grupos de Acción Local, que ya tienen experiencia suficiente, están implementando acciones muy interesantes. En otros territorios no se ha mejorado todo lo esperable. Pero el balance es bastante positivo en el contexto nacional. Se ha creído en los niveles regional y local.

En un momento en el que el foco está en la despoblación en el interior, ¿cree que si no hubiera existido el Leader, la situación sería peor? ¿Qué pueden hacer los Programas de Desarrollo Rural para contener la sangría en población?

Debemos delimitar. Algunos dan al Leader una capacidad de resolver problemas que no tiene. El Leader es un método de trabajo que hace que la población participe, pero la población tiene que estar. También es un instrumento de desarrollo que puede canalizar determinados fondos para que la población no se vaya. Pero no es la panacea y ahora tiene menos fondos. Si queremos que realmente contribuya de manera eficaz a detener la sangría demográfica, hay que darle una vuelta de tuerca y que sea mucho más. Y en estos casos ya no es evitar que se vaya población sino conseguir que venga. Tan importante como el Leader, que es una pequeña ayuda para una empresa es que el colegio esté abierto, que haya un comercio abierto, un buen servicio sanitario, con unas ambulancias que pasen con frecuencia o respondan en poco tiempo, que sepas que hay un helicóptero que te recoja si tienes una enfermedad grave. Ese tipo de cuestiones traspasa los límites del Leader.

En estos momentos se está debatiendo el próximo período de Programación de Desarrolo Rural. ¿En qué tenemos que cambiar para que el desánimo no continúe?

No pinta bien para el próximo período de programación, en el sentido de que el desarrollo territorial no se va a fortalecer, pues los intereses agrarios o agraristas son muy potentes. Parece ser que no van a permitir que el enfoque territorial avance y que incluso vaya en el sentido contrario. Mientras, hay que hacer propuestas para que lleguen a los responsables de gobiernos regionales, el gobierno central y que eso llegue a Bruselas. Se han hecho encuestas con muchísima participación con ideas muy interesantes y la Comisión es consciente. Eso sí, el resultado va a depender al final de los juegos de poder de los diferentes intereses. Pero hay una cuestión sencilla: se necesita simplificación. Y los Grupos de Acción Local deben volver a tener capacidad de dinamización.

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