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José Antonio Ibarra. Agricultura Ecológica. Bodegas Augusta Bilbilis (Calatayud)

Cuando alguien te habla sobre la biodinámica en las viñas y en la tierra o te dice que cada cosecha agradece a los viñedos de más de 70 años el resultado que han dado, puedes llegar, en un error, a tacharlo de loco. Pero ningún loco gana cada año una medalla de oro o plata con sus vinos en el principal concurso de garnachas del mundo.

José Antonio Ibarra es un hombre que decidió comprar su primera viña de altura -a más de 850 metros- un día que el azar lo llevó allí con su bicicleta.

José Antonio, ¿cómo decides empezar este proyecto?

Yo me inicié en el mundo vinícola con mi padre, pero en ese momento hacíamos vino de mesa, es decir, comprábamos el vino y lo elaborábamos a base de azúcares y esencias. Después, me fui a La Rioja a estudiar un Master en Viticultura y  Enología y lo cierto es que me apasionó. Entonces me compré una viña, aprendí a manejarla y hasta la fecha. Dice la sabiduría popular que “cuando te llenas los pies de mosto, ya no lo dejas de hacer nunca”. Y efectivamente, poco a poco fui comprando viñas y finalmente decidí montar una bodega pequeña en la que elaborar vino de calidad.

¿Y por qué te decantas por el vino ecológico?

Pues te voy a ser completamente sincero. La primera viña que compré la trabajé tal y como había aprendido, utilizando herbicidas, etc. La ubicación de la viña estaba a 800 metros y hacía aire. Yo había aplicado los herbicidas y el aire  los llevó hasta los brotes y los quemó. Fue un error del que aprendí mucho. Y a esto se unió la circunstancia de que después, mientras yo iba labrando, los pajarillos me esperaban delante de mi tractor e iban comiendo las lombrices y los gusanos que yo sacaba de la tierra, algo que me hizo comprender que la naturaleza es muy sabia. Por estas dos razones me decanté por el vino ecológico.

Y después…das un paso más…

Sí, en efecto, hice el curso de Agricultura Biodinámica en Madrid durante tres años y ahora mis viñas las trabajo teniendo en consideración los planetas, el influjo de la luna, etc. Ahora incluso he iniciado un curso para aplicar homeopatía en las plantas y en el suelo…Mira, por ejemplo, he guardado en un bote polillas que se acercan a las plantas a alimentarse y cuando la luna pase por una constelación determinada habré de quemarlas y elaborar una dilución homeopática. Esa dilución la aplicaré después a mi viñedo y el resultado será que las polillas se marcharán de allí por ellas mismas, no será necesario que las elimine yo a base de productos químicos. Este mundo es algo realmente apasionante, de verdad.

¿Y tienes viñas a más de 850 metros de altura?

Sí, así es. Son parcelas pequeñas, que producen muy poco y lo cierto es que en ocasiones te juegas la vida, pero te aseguro que compensa la dificultad con el resultado que se obtiene. Dan una uva blanca, sabrosa…no te lo puedes imaginar.

¿Crees que es la altura el secreto de tanta medalla?

Sin ninguna duda. Si ahora hiciéramos una cata entre personas que no fueran expertas y pusiéramos cinco copas, de las cuales sólo tres contuvieran este vino, te aseguro que sabrían identificar cuál es. Merece mucho la pena y me está regalando muchas satisfacciones.

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