Jesús Nogués, Director General de Desarrollo Rural, coordina desde 2015 el Programa de Desarrollo Rural en Aragón. En este momento, esta dirección está inmersa en la recta final de este PDR y se prepara para comenzar el siguiente periodo con la misma ilusión y determinación en superar todos los retos venideros.
¿Cuál es la valoración del último periodo del Programa de Desarrollo Rural?
Probablemente este programa se alargue hasta 2021, debido a que el nuevo marco normativo para el siguiente periodo de programación comunitario no está todavía aprobado, pero ha sido una de las principales herramientas de actuación sobre el medio rural en cuanto a la generación endógena de economía, por lo tanto, es uno de los pilares básicos para mantener el asentamiento de la población.
¿Cuáles han sido las principales virtudes del PDR en Aragón?
Una de las principales cuestiones que genera el PDR es empleo y es uno de los indicadores más comprensibles y sensibles de lo que realmente necesitamos. Todos esos puestos de trabajo que se han creado a través de la incorporación de jóvenes, de los grupos LEADER, de la generación de actuaciones de tipo industrial…; son empleos directos, cuantificables y claves.
Por otra parte hay un paquete de economía que se ha generado, que es más difícil de medir y que también tiene su impacto: los empleos indirectos. Por ejemplo, los proyectos de modernización de regadíos suponen contrataciones de personas, maquinaria, empresas, etc., que producen un impacto en el medio rural relevante.
¿A qué cambios nos enfrentamos por el cierre de este periodo y la apertura del siguiente?
El nuevo periodo de programación va a presentar muchos cambios. El más importante es que vamos a pasar de tener 17 programas de desarrollo rural a un solo plan estratégico nacional. Nosotros llevamos ya meses trabajando conjunta y coordinadamente con el Ministerio y el resto de comunidades autónomas. Obviamente, ese elemento horizontal para todo el Estado tiene en cuenta que hay que abordar de forma conjunta los retos y problemas que tiene tanto el sector agrario como nuestro medio rural. Ahora mismo el desafío es cómo enmarcamos en ese plan estratégico nacional las peculiaridades de cada una de las comunidades autónomas con una ejecución coherente y, sobre todo, de una forma vinculada e interactiva con los propios actores de Aragón.
Aragón ha sido ejemplar en la ejecución de los presupuestos, ¿eso nos coloca en una buena situación o partimos desde cero en esta nueva etapa?
Nos sitúa como una comunidad puntera en España con una media de ejecución muy superior a la media nacional y que está en torno a la media de la Unión Europa. Esto nos ha generado ventajas: la rapidez con la que hemos ejecutado el programa nos va a permitir que en este periodo extra de un año podamos acceder a nuevos fondos FEADER provenientes del siguiente periodo de planificación económica de la Unión Europea (2021-2027).
Además, de cara a la planificación del siguiente periodo de programación somos capaces de analizar qué elementos nos han funcionado y cuales no para plantear un programa de desarrollo rural más ágil, que permita una ejecución tan rápida como esta e incluso mejor.
¿Cómo se está planificando el trabajo interno en el Departamento?
El plan estratégico nacional ha tenido una serie de fases. La primera ha sido una evaluación de nueve objetivos para determinar la situación real del sector desde el punto de vista de incorporación de jóvenes, de competitividad de los mercados internacionales, medioambiental… Ese diagnóstico en una segunda fase ha pasado por un análisis, que nos ha permitido concretar esas ideas generales en cuestiones más específicas, definiendo cuáles son los desafíos, oportunidades, fortalezas y debilidades. Ahora estamos entrando en la última fase: a partir de la definición de las necesidades vamos a diseñar las intervenciones.
Evidentemente, para ello contaremos con el sector y todas las entidades que forman el Comité de Gestión del Programa de Desarrollo Rural, para que den su opinión y nos orienten a todos y poder así terminar de cerrar estas intervenciones.
El campo está movilizado por su rentabilidad. Aragón ha mantenido una política valiente pero ¿hemos conseguido con nuestro ejemplo llegar al Ministerio?
Sí, al final este Departamento ha hecho una propuesta revolucionaria en la aplicación de la PAC. Evidentemente, el sector está pasando por un momento muy complicado derivado de muchos factores, aunque el más importante, desde mi punto de vista, es la globalización del mercado agrario global, ya que en otros ámbitos geográficos probablemente las exigencias son menores que las que tenemos aquí provocando menores costes, resultando más competitivos que nosotros. Lógicamente, la PAC está precisamente para compensar esa merma de competitividad que el propio modelo agroalimentario europeo nos impone.
Además, el sector agrario por definición es un sector que está poco concentrado en cuanto a la oferta de producto y, por el contrario, presenta una alta concentración en la demanda, lo que genera una situación de capacidad contractual complicada.
¿Es usted optimista?
Por supuesto, la agricultura lleva miles de año existiendo con muchas dificultades y seguirá habiendo. El gran problema quizás es qué tipo de agricultura vamos a tener. Y es ahí donde hay que incidir, desde el departamento estamos apostando por el mantenimiento de la explotación familiar agraria, que tiene un futuro complicado en este marco de competitividad global. Nos interesa tener agricultura familiar porque en el fondo es la que sustenta el medio rural, es la que tiene familias trabajando y la que genera que haya gente viviendo en el territorio. Por lo tanto, si queremos mantener la gente en el territorio, incluso nuestra cultura, creo que debemos seguir apostando por este modelo de agricultura familiar.