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Ramón Iglesias, Jefe de Servicio de Innovación y Transferencia Agroalimentaria, cuenta con una amplia experiencia en el sector agroalimentario y en la gestión pública. Todo su bagaje se concentra ahora en su labor como jefe de servicio a cargo de un conjunto de medidas enfocadas a la formación y asesoramiento de los agentes agroalimentarios. 

¿Qué medidas encontramos en esta Jefatura de Servicio?

Las medidas de formación, transferencia de conocimiento, asesoramiento, cooperación y, luego, la de razas autóctonas, que la llevamos desde el CENSIDA, que es el centro de producción animal. 

Estamos en el último año del periodo del Programa de Desarrollo Rural…

Lo que pasa aquí es que, como son medidas transversales y dieron una dotación mas alta, sí que habría dinero para convocar con la misma base normativa una convocatoria en el 2021 en todas las líneas.

¿Cuál es el balance en este periodo?

En las medidas clásicas de formación y transferencia la media convocada es casi un millón de euros, es decir, casi el triple de los importes convocados en el PDR anterior. Las medidas de razas autóctonas, cooperación y asesoramiento como son nuevas en el PDR no tienen nada convocado previamente. En definitiva, las anteriores se han dotado por más del doble y las nuevas han recibido una dotación entera porque no había nada.

Hay una decisión política que establece que las primeras líneas reciban una mayor dotación que en el anterior periodo, ¿qué efecto han tenido estas líneas en el sector?

El efecto de las medidas clásicas de los PDR, que son formación y transferencia, es que, al aumentar la dotación presupuestaria, se atienden más actividades. Aun así, se atiende solo al 60%, pero es lo que pasa en concurrencia competitiva, que está para seleccionar las mejores y el 60% es un porcentaje razonable de atención en estas medidas. Por otro lado, en asesoramiento sí que se atiende el 100%.

La formación y el asesoramiento son medidas con mucha capilaridad…

En el foro de desarrollo rural, la formación profesional no reglada se juntó con el asesoramiento, porque al final también es formación de agricultores. Lo que hemos hecho en formación en las dos últimas convocatorias ha sido priorizar las actividades formativas a técnicos sobre las actividades formativas a los agricultores, porque un técnico es un elemento difusor. Interesa formarlos porque ellos ya se encargarán de transmitir a los agricultores. 

¿ Y en el caso del asesoramiento? 

Las actividades de asesoramiento las imparten ocho entidades, que son las seleccionadas por una lización pública que, por el reglamento 1305 del Reglamento Europeo que ha sido una ruina, obligaba a emplearla en la selección de entidades, y este ha sido el problema general. Por ello, esta medida, en ejecución, es de las más bajas en el PDR, de hecho algunas comunidades autónomas o no la han programado o la han desprogramado. 

Luego tienes otro problema, porque el reglamento comunitario establece que tienes la obligación de ofrecer a los agricultores el sistema de asesoramiento lo pidan o no, y más aún, este ofrecimiento se tiene que dar a lo largo del periodo, es decir, no vale ofrecerlo en el último año. 

¿A cuántas personas hemos asesorado?

A 2.900 este año, a 2.500 el año pasado y a 2.100 el año anterior, o sea a unas 7.000 personas.

Eso significa profesionalizar el sector…

Sí, este año de los 2.900 casi 1.300 son jóvenes agricultores. Es la clave, porque lo importante en asesoramiento es la «población diana» que decimos nosotros. Está claro que de 40.000 packs, el asesoramiento no es para 40.000 porque hay que quitar los jubilados, ya nos quedamos en 30-35.000, hay que quitar los tiempos parciales y, si unificas las que, aunque tengas un gestor, están tres en la explotación, nos quedamos en 14.000 explotaciones dianas. Si asesoramos 3.000 de éstas estamos atendiendo al 20%, una cantidad correcta en esta medida.

Además, en estas medidas tenemos que reforzar los controles, porque si sabes que alguien va a pasar por tu explotación a comprobar tu actividad, los agricultores responden distinto. Hemos comprobado que el primer año había más incumplimientos y el siguiente ninguno y dices qué casualidad, al final, si tú sabes que se va a controlar no te arriesgas. 

Los grupos de cooperación han sido la mayor novedad en este periodo, ¿cuál es la radiografía de esta medida?

Es la medida estrella de las transversales por efectividad y porque con poco dinero más que el asesoramiento, consigues dinamizar y vincular a todo el sector agroalimentario. Si los investigadores van por su camino, los centros de transferencia por el suyo, los operadores por un lado, las cooperativas por otro… los grupos de cooperación son un punto de encuentro, que establece sinergias y que es el gran valor que aporta esta medida, suponiendo un gasto relativamente pequeño, unos dos millones y medio de euros al año con los que montas 25 grupos al año con 50 o 60 beneficiarios. En total, hay 140 grupos de cooperación de todas las temáticas, porque aunque las ayudas se terminen, los grupos no se disuelven salvo que alguno emita un acta de disolución porque hayan decidido finalizar su actividad. 

¿Qué líneas temáticas tienen más interés entre los grupos de cooperación?

Si uno piensa un poco, las áreas más importante coinciden con las mayores necesidades del territorio que son, en primer lugar, la ganadería extensiva, luego regadíos y, en tercer, lugar la fruticultura. 

¿Cómo es el próximo periodo?

Continuista en las medidas, quizá se suba el importe por grupo, pero hay que tener en cuenta las limitaciones presupuestarias que hay establecidas. Pero claro, cuanto más subes el importe a menos puedes atender. En cuanto a la mecánica, que es compleja, toda la regulación de la gestión, yo creo que, en esencia, se ha afinado mucho ya desde la primera convocatoria que lanzamos. También queremos mantener las redes fitosanitarias, la red FARA es una red de ejemplo, que tendrá que seguir, bajo mi opinión. 

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