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Consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, Joaquín Olona

A Joaquin Olona le gusta hablar de agricultura y asumir retos, se le nota en la expresión de su rostro cada vez que aborda temas de su departamento. Es un hombre comprometido con el medio rural, su despacho está ahora en el mismo edificio en el que estudió bachiller de joven, es como si se cerrara un círculo. Sobre su mesa dos retos, el nuevo período de la PAC y que, dentro de 20 años, siga existiendo la agricultura familiar.

El mundo de repente se ha dado la vuelta. ¿Dónde estábamos y dónde queda ahora?

El  mundo rural continuará mejorando su percepción social, en los últimos 15-20 años ya lo ha hecho. Ahora estamos en que no hay que huir del medio rural, sino conocer cómo se puede vivir en él. Sin ser utópico, algún paso en términos positivos se ha dado. 

Entramos en plena campaña de recolección de la fruta de hueso. ¿Cómo estamos haciendo frente a la situación?¿Cuáles son los retos que tiene su departamento?

Desde el gobierno se ha tomado una medida que es apostar por facilitar el transporte gratuito de trabajadores desde las grandes poblaciones a las explotaciones, con la intención de minimizar el alojamiento in situ, porque es un riesgo dada la alerta sanitaria. Además, ayuda a mejorar y dignificar el trabajo de recogida de la fruta. Yo pedí no utilizar la palabra temporero por su sentido peyorativo, es el momento de reivindicar el trabajo del sector hortofrutícola, de tenerlo en cuenta como una oportunidad de trabajo.

¿El modelo cooperativo nos ha ayudado en esta situación?

Sí, y nos tiene que seguir ayudando. En las crisis nos damos cuenta de las carencias y, por ello, es fundamental, ya sea para organizar el transporte, como en el caso anterior, o para otros aspectos. Nos hemos dado cuenta de que las cooperativas no solo son necesarias para la comercialización, sino también para la organización del trabajo temporal en todos aquellos ámbitos en los que se necesita.

Las ayudas para las medidas del Programa de Desarrollo Rural (PDR) han sido un claro exponente de la diversificación, el rejuvenecimiento y la modernización de nuestros pueblos. Estamos en el final del periodo ¿Qué valoración hace el consejero?

Asumiendo las críticas, porque nada es perfecto, mi valoración es positiva. El PDR de Aragón está en el primer lugar en cuanto a la ejecución a nivel nacional. En el ámbito europeo también estamos en un alto puesto en este aspecto. Esto habla bien de la gestión, pero, sobre todo, habla muy bien del mundo rural, porque para ejecutar hay que invertir y esa inversión la hacen los agricultores, los ganaderos y el compromiso de los emprendedores rurales. Ese compromiso es lo que hay que poner en valor y destacar.  Además, se ha cumplido el objetivo centrado en poner énfasis en la mejora estructural del sistema agroalimentario, las grandes partidas son Incorporación de Jóvenes, Modernización de Explotaciones y Regadíos e industrias agroalimentarias.

¿Cómo va a afectar la pandemia en el siguiente periodo del PDR?

Desde Aragón hemos mantenido una postura férrea, ya que, siendo conscientes de la crisis, no nos podemos permitir el lujo de prescindir del trabajo en la nueva programación. En la última conferencia sectorial se decidió seguir en la definición del plan estratégico nacional, clave para la nueva etapa, sin perder el sentido de la situación sanitaria. Es una prioridad absoluta abordar la continuidad de la negociación política que vamos a tener que emprender. 

¿Va a ser dura esta negociación?

Va ser dura por el reparto y, por primera vez, porque está encima de la mesa, no solo el reparto de dinero, que es complicado, sino por la dificultad en las reformas a introducir. Por ejemplo, nosotros defendemos la eliminación de los derechos históricos, pero no todas las comunidades autónomas están de acuerdo.

¿Dónde queda el mundo rural?¿Cree que vuelve el debate medio urbano/medio rural?

La pandemia no va a dejar nada como estaba y va a tener un impacto fortísimo sobre los presupuestos públicos y su aplicación. En el mundo rural tenemos que reivindicar la importancia de la cadena alimentaria y tendremos que ser consecuentes políticamente, pero también la opinión pública tiene que tomar conciencia. Por lo tanto, confío en la sensibilidad social y política al respecto. Me parece nefasto plantear la dicotomía urbano/rural, porque no es una confrontación. Este mensaje lo lanzo más al propio medio rural, porque yo no veo a nadie en el medio urbano haciendo comentarios frente al rural, pero a veces sí que lo escucho al revés. Creo que es un gran error, porque el mundo rural no podría sobrevivir sin el urbano. Sobre todo es importante valorar lo mucho que se ha ganado en consideración hacia el mundo rural y a favor del agricultor y la agricultura.

Todos pensamos que la sentencia de Biscarrués ponía fin a un capítulo de la historia en la guerra del agua, los regantes, la negativa de Riegos del Alto Aragón a sentarse a la mesa del agua. ¿Cómo ve el consejero esta repentina virulencia?

La mesa de diálogo tiene más sentido que nunca y hay que avanzar hacia un nuevo consenso y no hablar de guerras. Necesitamos un nuevo acuerdo político y social y para todas las partes va ser necesario hacer un esfuerzo. Ya se dice que Aragón es tierra de consenso, pues hagamos honor, porque es un tema importante.

Dentro del Gobierno de Aragón, en un escenario de necesidades en las que todo está cambiando ¿Cómo va a quedar el departamento?

En Aragón el sistema agroalimentario es estratégico y los propios agentes me piden que eso se traduzca en hechos y que se refleje en el presupuesto. Esa es mi obligación, pero entendiendo y respetando las prioridades. La prioridad en esta primera fase ha sido sanitaria y en lo que ahora viene hay unas prioridades sociales y económicas en las que el sector se tiene que encardinar.

Como consejero ¿cuál es su sueño?

Uno sería conseguir una reforma de la PAC en profundidad, que consista en que el dinero vaya para los agricultores que intentan vivir de la agricultura, porque hoy en día no es así. Lo elevo a la categoría de sueño, porque sigo luchando por ese objetivo, pero es difícil. Y otro sueño sería que dentro del 20-30 años siga habiendo agricultura familiar, que depende mucho de lo que acabo de decir. Sin este modelo de agricultura será muy difícil que los pueblos sigan siendo lo que conocemos. Al final, el mundo rural tiene algo de romántico.

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